Los cuentos de Ahigal, Cuentos populares de la Alta Extremadura

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Descripción

Título: Los cuentos de Ahigal, Cuentos populares de la Alta Extremadura
Autor: José María Domínguez Moreno
Ilustración de Cubierta: Natasha Kurth
ISBN: 978-84-938409-1-4
Nº de páginas: 460

sobre el autor

José María Domínguez (1950). Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca.

Autor de diferentes libros de antropología y folklore, como Fiestas populares en la provincia de Cáceres (Salamanca: Caja Salamanca y Soria, 1997) o Cultos a la fertilidad en Extremadura (Mérida: Editora Regional de Extremadura, 1987).

Ha sido miembro del Consejo Asesor de Antropología y Folklore de la Asamblea de Extremadura, del Consejo de Redacción de Saber Popular (Revista Extremeña de Folklore) y del Comité Científico de las Primeras Jornadas de Cultura Popular Extremeña. Sus investigaciones en el campo de la cultura tradicional se encuentran en muy diversas publicaciones: Revista de FolkloreRevista AlminarRevista de Estudios ExtremeñosSalamancaNarriaL’AceñaAhigalFronteraAlcántara, etc.

Ha participado en obras de conjunto: Los carnavales en Extremadura (entre la fiesta y el espectáculo), ed. Caja de Ahorros de Extremadura; Antropología y Cultura en Extremadura, ed. Asamblea de Extremadura; Gran Enciclopedia Extremeña, Ediciones Extremeñas; Pueblos y paisajes para andar y ver, Diario HOY de Extremadura; etc.

Ha presentado comunicaciones y ponencias en diferentes jornadas y congresos: Trashumancia y cultura pastoril en Extremadura, Congreso de las Comunidades y Nacionalidades Históricas, Congreso de Estudios Extremeños, Coloquios Históricos de Extremadura, Jornadas de Cultura Tradicional en Castilla y León, entre otros.

sobre el libro

La editorial Palabras del Candil, especializada en libros y cuentos de narradores orales, añade un nuevo título a su colección Tierra Oral, colección dedicada a las recopilaciones de cuentos populares que dirigen José Manuel Pedrosa (folclorista de reconocido prestigio internacional) y Pep Bruno (narrador oral profesional); se trata de Los cuentos de Ahigal , una sorprendente colección de cuentos populares de la Alta Extremadura recogidos, a lo largo de más de treinta años, por José María Domínguez.

Extremadura es tierra donde el cuento tradicional goza de una excelente salud, como ya lo demostraron las primeras colecciones de cuentos recogidos en España (concretamente en el tomo X -1886- de la Biblioteca de Tradiciones Populares que dirigía el padre de los Machado), o los Cuentos extremeños (1944) recogidos por Marciano Curiel Merchán, o las colecciones exhaustivas que lleva unos cuantos años recogiendo Juan Rodríguez Pastor.

Pero esta colección, que continúa dando muestras de la vitalidad del cuento tradicional en Extremadura, es diferente al resto de colecciones (ya sean extremeñas o de otros lugares de España), pues este libro contiene una extensa colección de cuentos con un altísimo nivel en su estructura y en su forma, descubriéndonos cuentos habituados a ser contados y escuchados, cuentos sorprendentes, ricos, llenos de matices, detalles y variantes que harán las delicias de los curiosos y los estudiosos.

Pero dejemos la palabra a ángel Hernández Fernández, quien se ha encargado del estudio y ordenación de los textos: “Los más de 250 cuentos que José María Domínguez ha ido recogiendo a lo largo de treinta años en el pueblo cacereño de Ahigal es un trabajo formidable y valiosísimo, un conjunto extraordinario de cuentos que abarca prácticamente todas las modalidades, tonos, tipos y clases de este género de la literatura folclórica.

Esta es una colección excepcional tanto por el habla empleada en los cuentos, una verdadera joya lingüística dialectal, como por la calidad de las versiones que agrupa: cuentos complejos, extensos, variados, que están contados con oficio, con sabiduría e inteligencia. Cuentos habituados a ser contados y escuchados. Cuentos vivos.

Una colección de cuentos que es un verdadero tesoro. Posiblemente una de las mejores colecciones recogidas y publicadas en el último siglo en España”.

un cuento

25. Los siete cabritinos [ATU 123]

Esto es que había una cabra serrana y es que las cabras serranas son mu listas y los cabritos serranos, ¡pos no veas!, que es que salen aprendíos. Pos esta cabra da de resultas que tenía siete bichos pa criar. Es que cuando se ponían tos a mamar le queaban la ubre más lacia que una badana, toa la ubre le queaban relambía. ¡Zampaban que no veas! Ya llega un día la cabra y le dice a los sus muchachos, que los sus muchachos eran los cabritos, pos va y le dice:

—Mirar, muchachos: me voy pal monte a jartalme de verdolaga pa que me cundan las tetas y cuando venga ya sus apipáis de mamar.

De oyir eso se puson tos más contentos que unas castañuelas, que es que asín de no estar la su madre to era jugar pa ande el chivero. Pero va la madre, que era mu marimandona y le dice a los cabritos:

—De jugar en la calle, na de na. Vusotros endrentro del corral y no ansoméis ni la gaita, no quizás venga el lobo y sus avíe bien aviaos. Que ese bicho sos zampa y no sos deja ni las pezuñas.

Y ellos:

—Usté, madre, no tenga cuidiao. Se vaya a la verdolaga o ande tenga que ir que nusotros mos las arreglamos.

Pos to jue de ilse la madre y racear el lobo. Va el lobo ande el corralino de los cabritos, y empieza el lobo a llamar a la puerta, y venga a dicir:

—Si queréis mamar abrir la puerta que soy la vuestra madre y traigo toíta la ubre encenagá de leche.

Y va el chiquinino, el más chiquinino de tos, que sabía una cosa mala:

—Pos si eres la cabra, desatranque la puerta, porque la nuestra madre se ha llevao la llave en el cuerno.

Y el lobo es que jacía como si juera la madre de los cabritos:

—Es que me se ha enganchao la llave en un galapero y no la encuentro.

Ya va otro cabritino:

—Arrímate el culo pa la gatera y te tiras un peo pa adrentro, que es que nusotros sabemos bien sabío como jieden los peos de la cabras, que los peos de las cabras jieden a verde. Si el golol es a verde lo mesmito es que eres la nuestra madre.

Va el lobo y se arrima pa la gatera y se jarrea un peazo peo pa adrentro, que del fato cuasi que los deja atufáus. Antonces empiezan tos:

—Tú eres el lobo porque el peo que te has tirao mos jiede a carne.

Antonces echa a correr el lobo pa ande un forrajal y se jincó dos jaces de forraje por lo menos, y otra vez pal corral de los cabritos. Se ansoma el culo por la gatera y otro güen peo, ¡pero que un güen peo! De que lo barrutan tos, empiezan los cabritinos:

—Esto güele a peo de cabra.

Y el lobo:

—Pos como soy la cabra, desatrancalme la puerta.

Y va otro cabritino:

—Pos ante de desatrancar enséñamos la oreja pa que veamos cómo tienes la oreja.

El lobo, clarito, que ansomó la oreja, y de que ven la oreja los cabritinos empiezan los cabritos:

—Tú tienes que ser el lobo, que la nuestra madre lleva las orejas royías.

Eso de la oreja royía es que los amos le jacen un corte en la oreja de las cabras pa conocer si es de uno, de otro, y asín. Pos agarró el lobo, que agarró una joce de corte, velahí, que se cortó una jienda en la oreja. Pa allá que se jue con la oreja royía pa metela por la gatera.

Los cabritinos ya que vían la jienda en la oreja se pensaban que lo mesmito era la su madre, pero otro cabritino mu listo se pone el bicho:

—Agora mos enseñas el rabo, que hay que guipar si estás rabón o no estás rabón.

¡Hala!, a meter el rabo por la gatera. Y ellos:

—La nuestra madre tiene el rabo rabón y tú no tienes el rabo rabón, de mo que no eres la cabra.

Agarra una sigureja el lobo y se corta el rabo de un golpe, que le empieza a salir sangre, que no le paraba de salir sangre del rabo. Asín que tuvo que sentalse de culo en un baño de jarina y asín le se cortó la sangre y se queó to blanquito como un enjalbegao. Pa allá que jue otra vez pa ansomar el rabo. Como estaba rabón y eso, y to blanquito, pos los cabritos:

—Abrir, que ésta es la nuestra madre: blanca y rabona, es la nuestra madre.

Pero como es que eran tantos, pos tos pensaban, y salta uno:

—Aguardar antovía, que pa abrir la tranca que mos enseñe premerito los jocicos por el buraco de la gatera.

Antonces metió pa andrentro los jocicos y lo miró bien requetemirao el cabritino, y ya que lo miró bien requetemirao va y dice:

—Pos tú no eres la nuestra madre, porque la nuestra madre la cabra solitamente tiene dientes en el lao de abajo y tú tienes dientes arriba y abajo.

¡Na!, que fijalsos lo que son escapá de jacer los lobos pa comer. Que agarra el bicho un güen rollo pelao y se empieza a pegar golpetones en la dentaúra y se arrancó tos los dientes de pa arriba. Aluego endispué se jue pa ande los cabritos pa ansomar los jocicos. Como tenía los jocicos como la cabra pos ya desatrancaron y entró el lobo. Pero resulta que se quería comer a los cabritinos pero es que cuando quería morder pos le dolía toa la dentaúra por habelse arrancao los dientes. Asín que dicía el lobo:

—Sos voy a carear pa la mi casa y cuando me creza la dentaúra sus machaco a tos y asín ya estáis más creciínos.

Pos ya cuando estaba dijiendo eso que llegó la cabra con los cuernos to aguzaos y le dice la cabra al lobo:

—Aguarda un poquino antes de ilte, que te tengo que jacer con los cuernos siete buracos en la barriga pa que los mis muchachos te puean mamar pa que asín crezan lo que sea menestel antes de coméltelos.

De que escuchó el lobo eso de pinchale en la barriga, se salió corriendo y dicía:

—Bastantes facatúas me han jecho los cabritos pa que ahora venga la cabra y me quiera embarrenar la barriga. Dende hoy pa alantre me dedico a comer forraje.

Asín que si vais pal campo y sos encontráis un lobo que está rabón, que tiene las orejas royías, que le faltan toítos los dientes de arriba y que encima se jarta de comer forraje, pos tenelsos en cuenta que ése es el lobo que se quería jincar a los cabritos.

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