Descripción
Título: Conso o la alegría de contar
Autor: Pep Bruno
Fotografía de cubierta: Miguel Bruno
ISBN: 978-84-09-63565-8
Nº de páginas: 280
sobre los autores
Consolación Soriano Cariñana nació en Iniesta (Cuenca) el 27 de junio de 1939, hija de Gaspar y Marina, fue la pequeña de diez hermanos. Vivió los tiempos duros de la posguerra y, a pesar de las dificultades y los trabajos, nunca dejó de pasarlo bien escuchando y contando cuentos.
«Me gusta que disfrute la gente que está conmigo, yo, viendo que la gente disfruta, soy feliz. Hay temporadas que son muy duras, pero yo salgo de casa y no salgo para contar penas, yo, adonde voy, hago que la gente lo pase bien, que la gente disfrute, esté alegre, y por eso les gusta que esté con ellos».
María del Carmen Segovia es la directora de la Biblioteca Pública Municipal de Iniesta y amiga de Conso.
Pep Bruno es narrador oral profesional, lector, escritor, editor y, en ocasiones, recoge cuentos de la tradición oral.
solapa trasera
Entre julio y agosto de 2023 María del Carmen Segovia y Pep Bruno pasaron varios días disfrutando de los más de cien cuentos que Conso les contó. Este libro es el fruto de aquellas gozosas horas de historias y risas, y, al mismo tiempo, es un homenaje a Conso, Consolación Soriano Cariñana (Iniesta, 1939), una narradora popular excepcional con una memoria prodigiosa.
En Conso o la alegría de contar se han reunido, además del total de sus cuentos contados, algunas historias de su vida, una semblanza biográfica, un breve estudio de la Conso narradora y un somero aparato crítico de los cuentos recogidos.
Ojalá paseando por estas páginas te contagies de sus ganas de disfrutar contando y escuchando historias y no puedas resistirte y cuentes alguno de estos cuentos y este libro sea, de nuevo, palabra dicha.
un cuento
El tesoro soñado
Ese que tenía tres o cuatro guachos y tenía muchisma hambre y no había trabajo pa que hiciera pa comer, y le decía a su mujer:
–To las noches que tengo que voy soñado lo mismo.
Y le dice la mujer:
–Pues qué ensueñas.
–Que si me voy al Puente San Pablo a pasearme tres noches voy a ser feliz, –dice el hombre–, pues también vaya chorrada, eh, ir al Puente San Pablo.
Pero claro, como tenían gana y to los días lo soñaba y lo soñaba, dice:
–¿Por qué no te vas a Cuenca y te vas al Puente San Pablo y te paseas, que por probar, qué va a pasar?
Y se va y se pasea una noche, y nada. Y se pasea otra noche, y tampoco. Y a la tercera noche se echa a reír:
–Pero qué gilipollas soy, pero mira que haberme creído de venir aquí por un sueño –dice–, vaya cabeza que tengo.
Y se echa a reír. Y se lo cruza uno y dice:
–¡Vaya, hombre!, ¿qué es eso tan, tan, tan, tan… que no deja usté de reírse?
Dice:
–Pues mire usté, que soy tonto, porque resulta que llevo soñando un montón de tiempo que si vengo aquí, al pasearme tres noches voy a ser feliz.
Dice:
–No hay que hacer caso de los sueños –dice–, me da a mí la paliza un ensueño de que un herrero que tiene cuatro o cinco críos, que tiene una herrería de mala muerte, y debajo de donde enciende el fuego del carboncillo para la herrería, hay una orza de oro.
El otro se queda más callao que… dice:
–Bueno, hombre, pues ya ve usté, cosas de los ensueños.
Y dice:
–Pues cosas de los ensueños.
Y volvió a su casa y efectivamente, ande guisaba, tenía la lumbrecilla de eso, abajo había el tesoro.
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