Descripción
Título: Historias de ninguna parte / Tales from nowhere
Autor: Tim Bowley
Ilustración de cubierta: Fina Pita
ISBN: 978-84-936710-0-6
Nº de páginas: 254
Edición Bilingüe (español / inglés)
la contraportada
Huyendo despavorido de otro desastre, con las ropas destrozadas y los bolsillos vacíos, pasé al lado de un viejo mendigo de ojos enfurecidos que estaba en un cruce. “¿A dónde vas?”, me preguntó. Me encogí de hombros. “A Ninguna Parte”.
Sus ojos se suavizaron y la insinuación de su sonrisa tocó sus labios. “Ah, a Ninguna Parte”, suspiró. “Bello lugar, bello. Yo estuve allí una vez y nunca regresé”.
Siguiendo sus indicaciones yo también llegué a esa tierra extraña y mágica desde la que os envío estos cuentos.
cover
Fleeing from yet another disaster, clothes torn and pockets empty, I passed an old beggar with fierce eyes sitting at a crossroads. “Where are you going?” he demanded. I shrugged. “Nowhere”.
His eyes softened and the hint of a smile touched his lips. “Ah, Nowhere”, he sighed. “Fine place, fine place. I went there once and never came back”.
Following his directions, I too came to that strange and magical land from where I send you these tales.
un cuento
Dominar la ira
Todos los días, los aldeanos dejaban comida para el ermitaño que vivía en una cueva cercana al pueblo. Al cabo de treinta años, una tarde se oyó un retumbar como de trueno y por la boca de la cueva salió un vivo resplandor.
Los aldeanos se congregaron rápidamente en el lugar y esperaron con reverencia. Al cabo de un rato apareció el ermitaño, rodeado de un resplandor sobrenatural y envuelto en un coro de voces celestiales perfectamente audible. Sobrecogidos, los aldeanos aguardaron humildemente a que el ermitaño les hablara.
–He dominado la ira –dijo el monje al fin, con una beatífica sonrisa. Los aldeanos aplaudieron espontáneamente, pero enseguida volvieron a guardar silencio para escuchar qué más tenía el ermitaño que contarles. él siguió mirándolos con su sonrisa esplendorosa, pero no dijo nada más.
Al fin, uno de los congregados se atrevió a hablar.
–¿Y qué más? -preguntó humildemente.
Una expresión de perplejidad enturbió momentáneamente el rostro del monje. Luego, adoptando de nuevo la sonrisa de antes, carraspeó y contestó:
–He dominado la ira.
–Sí, sí -dijeron los aldeanos-, eso ya lo sabemos. Nos parece estupendo y estamos muy impresionados; pero ¿qué más has hecho?
El ermitaño pareció contraer ligeramente el ceño durante un brevísimo instante, no obstante enseguida volvió a su radiante sonrisa.
–Creo que no lo habéis entendido bien –repuso–. He dominado la ira; se trata de un logro excepcional.
–Sí, lo es –asintieron sabiamente los aldeanos–. Pero llevas treinta años metido en esa cueva. ¿Seguro que no has hecho nada más?
El monje cambió el peso de su cuerpo de una pierna a otra y carraspeó; su sonrisa parecía ahora un tanto forzada.
–He dominado la ira. No tengo nada más que decir.
–Venga, hombre -dijo uno de los aldeanos-, a nosotros nos lo puedes contar. Al fin y al cabo, llevamos años manteniéndote. ¿Qué más has logrado?
–¡Palurdos estúpidos! -chilló el monje-. ¡No hay nada más que decir! ¿Es que sois tan tontos que no os cabe en la mollera? Tras años de duro trabajo, privaciones y disciplina, he logrado la tarea sobrehumana de dominar la ira, pero ¡ya veo que es algo demasiado complicado para que lo comprendan unos idiotas como vosotros! ¡Marchaos a hacer puñetas, hatajo de mastuerzos!
one tale
Overcoming Anger
Every day the villagers left food outside the cave near the village for the monk who lived there. After thirty years there was a crash like thunder and a bright light shone from the mouth of the cave.
The villagers quickly gathered outside and reverently waited. After a short while the monk appeared surrounded by an unearthly light and as he emerged a heavenly choir could clearly be heard singing. Awestruck, the villagers humbly waited for the monk to speak.
“I have overcome my anger,” he said at last, a beautific smile on his face. The villagers burst into a spontaneous round of applause then fell silent, eagerly awaiting the next pronouncement. The monk continued to beam at them but said no more.
Finally one of the crowd asked respectfully, “And what else?”
A puzzled look crossed the face of the monk, then his smile returned. He cleared his throat and said, “I have overcome my anger.”
“Yes, yes,” said the villagers, “we know that, it’s wonderful, we´re really impressed, but what else have you done?”
The faintest hint of a frown crossed the monk’s face but was quickly replaced by the smile. “I think you don’t quite understand. I have overcome my anger. That is a huge achievement.”
“Absolutely,” nodded the villagers sagely, “but you have been in there for thirty years, so you’ve surely done more than just that.”
The monk shifted from one foot to another and cleared his throat, his smile now more that a little forced. “I have overcome my anger. There is nothing else to say.”
“Come on,” called out one of the crowd, “we’re the ones who have been feeding you all these years, you can tell us. What else have you achieved?”
“You stupid peasants!” screamed the monk. “There is nothing else! Are you so thick you can’t understand? Through years of hard work, denial and discipline, I have achieved the superhuman task of overcoming my anger but I can see that’s much too hard for idiots like you to grasp. Now fuck off and leave me alone!”
Valoraciones
No hay valoraciones aún.