Los principes convertidos en piedra y otros cuentos tradicionales persas

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Descripción

Título: Los principes convertidos en piedra y otros cuentos tradicionales persas (subcolección La memoria):
Autores: Maryam Haghroosta y José Manuel Pedrosa
ISBN: 978-84-937569-3-2
Nº de páginas: 154

sobre los autores

José Manuel Pedrosa, profesor titular de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Alcalá, experto en tradiciones orales del pasado y del presente, es reconocido en todo el mundo como uno de los máximos estudiosos del folklore y la tradición. Tiene muchos libros de recopilaciones de cuentos, de teoría y reflexión, y artículos, publicados en revistas y webs especializadas de todo el mundo.

Maryam Haghroosta es profesora de Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad de Teherán (Irán). Ha realizado estudios sobre literatura española e hispanoamericana y su relación con la literatura persa.

la contraportada

Toda la magia de los cuentos de Oriente y toda la profundidad de la viejísima civilización persa brillan en esta deslumbrante colección de cuentos folclóricos persas, la primera que, tras ser registrada directamente de la tradición oral, aparece traducida directamente al español. Genios, hadas, gigantes, brujas, árboles mágicos, princesas encantadas, viajes prodigiosos al Más Allá…

Los protagonistas de los cuentos maravillosos de siempre, pero con acentos de Irán y perfumes de cidras de amor y de flores que nacen de lágrimas.

un cuento

1. El gato de las fuertes garras [ATU 103A]

érase una vez… en que, excepto el benévolo Dios, no había nadie.

En el tiempo pasado y en un pueblo remoto, vivía un hombre que tenía un gato que era perezoso y estaba lleno de malicia. El hombre se encontraba tan harto ya de la pereza de su gato que un día lo agarró, lo condujo hasta el bosque y lo dejó allí abandonado.

Anduvo el gato paseándose por el bosque, de un lado para otro, hasta que se encontró con una zorra. Nunca hasta entonces había visto la zorra a un gato, y por eso se dijo para sus adentros:

– Hace años que habito en este bosque, y no había visto jamás un animal como este.

Se acercó cautelosamente al gato, se inclinó ante él sintiendo algo de temor y le dijo:

– ¡Eh! ¡Eh, amigo, precioso! ¿Cómo te llamas? ¿De dónde vienes?

Al instante se apercibió el gato del temor que hacia él sentía la zorra, y le dijo al tiempo que retorcía su bigote:

– ¡Soy el gato de las fuertes garras!

Invitó entonces la zorra al gato de las fuertes garras a su casa. Al día siguiente salió la zorra a buscar comida fuera de la casa, y se topó con el lobo. Le dijo el lobo:

– ¡Zorra querida! ¿Qué tal te va?

Le dijo la zorra:

– ¡Pues me he casado!

Preguntó el lobo:

– ¿Y con quién?

– Pues con el gato de las fuertes garras .

– ¿Y puedo haceros una visita?

– ¿Cómo no? Pero deberías llevarle a mi marido un buen regalo. Porque si te presentas ante él sin regalo, te comerá de un solo bocado.

Se despidió la zorra del lobo y siguió su camino. Se topó entonces con el oso. Cuando el oso vio a la zorra, le dijo:

– ¡Eh, zorra! ¿Por dónde andas? ¿Qué es lo que haces?

Respondió la zorra:

– Pues que me he casado.

Preguntó el oso:

– ¿Y con quién?

– Con el gato de las fuertes garras, que ha venido aquí desde el otro bosque.

– Pues tengo muchos deseos de conocer a tu marido.

Le dijo la zorra:

– Pues mañana podrás venir a nuestra casa y visitar a mi marido. Pero no te olvides de traer un buen obsequio. Si no lo haces, te comerá mi marido de un solo bocado.

Al día siguiente se las había arreglado el lobo para cazar una cabra, y el oso para atrapar un ternero, y marcharon los dos a la casa de la zorra. En el camino se encontraron el lobo y el oso, de modo que se encaminaron juntos a la casa de la zorra y del gato de las fuertes garras. Cuando llegaron a las inmediaciones, les entró tal temor que no osaban ni acercarse. Se lo pensaron un poco y desde una prudencial distancia llamaron a la zorra. Al instante abrió la zorra la puerta y dijo:

– ¡Seáis bienvenidos, amigos queridos!

El oso y el lobo sentían cada vez más miedo. Tan pronto comenzó el gato a salir de la casa, buscaron los dos atropelladamente un lugar en el que esconderse. Se subió el oso a la copa de un árbol, mientras el lobo se escondía entre unos arbustos.

Pero cuando el oso y el lobo pudieron contemplar al gato con detenimiento, una vez estuvo este en el exterior de la casa, dijo el oso:

– ¡Pero si el gato este es muy pequeño!

Y dijo el lobo:

– No te fíes de su apariencia por fuera. En realidad, es muy fuerte.

Se acercaron la zorra y el gato de las fuertes garras y, cuando el gato descubrió al ternero, sus pelos se erizaron, y con las garras atacó al ternero.

Se echó a temblar el oso al contemplar aquella escena, y se dijo para sus adentros:

– Lo más seguro es que este sea un regalo escaso e insignificante.

El lobo, que seguía escondido detrás de unos arbustos, se echó también a temblar ante lo que tenía ante sus ojos. Las hojas crujieron bajo su peso. Cuando escuchó el gato aquel ruido, pegó un salto y se puso a revolver en toda aquella hojarasca. En medio de la confusión, se hirió el lobo el hocico. Aulló de dolor y de miedo, y escapó de allí a toda velocidad. El gato sintió también gran miedo ante toda aquella confusión, y ascendió a toda velocidad al mismo árbol en cuya copa estaba el oso.

Pensó el oso que el gato de las fuertes garras, tras hacer que el lobo pusiese pies en polvorosa, se disponía a subir adonde él estaba para causarle algún daño. Con las prisas por escapar, se cayó del árbol y salió huyendo.

Corrió la zorra tras ellos y después se quedó gritando:

– ¡Eh, cobardes! ¿Por qué os escapáis? ¡Si sois valientes, deteneos, para que mi marido, el gato de las fuertes garras, os dé vuestro merecido!

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