Descripción
Título: Papeles de Don Tadeo
Autor: Pep Bruno
ISBN: 978-84-96236-47-1
Nº de páginas: 173
sobre el autor
Nací en Barcelona y a los siete años me viene a vivir a Guadalajara, ciudad en la que por aquel entonces no había más que dos semáforos. Aprendí a nadar en la playa de Vilanova i la Geltrú y a ir en bicicleta en Selas, pueblo en cuyos pinares construí mi primera cabaña con la ayuda de Paquito y Goyo. Mi primer gran amigo del colegio se llamaba Felipe y ahora vuela aviones. Pasé los felices veranos de la infancia entre la playa, el pueblo y los campamentos en el Alto Tajo.
Mi primer beso de amor lo recibí un día de verano en el que llovía a cántaros, pero esto no creo que importe demasiado a los demás. Ya de adulto viví en una casa llena de niños y por las tardes hacíamos concursos para ver quién comía más cerezas.
Estudié mucho y leí más.
Conocí a mi esposa en el banco de un parque, los dos leíamos, casualmente, el mismo libro, los dos nos sentamos, casualmente, en el mismo banco y los dos disfrutamos, casualmente, de la misma sombra, ya lo dice el refrán: quien a buen árbol se arrima…
Ahora tengo dos hijos maravillosos a los que les parece estupendo que su padre se gane el pan contando cuentos por el mundo.
la contraportada
La popularidad de Pep Bruno ha traspasado todas las fronteras. Su estilo de escribir, de fraguar historias y cuentos, de ofrecerlos a un público diverso, ha cuajado en una singularidad que en este libro se ofrece en forma de relatos breves, historias imposibles y toponimias del alma.
prólogo del libro
PRÓLOGO
[De donde se da razón del porqué de este libro]
Yo no soy un nuevo Lazarillo, no soy ningún muchacho muerto de hambre al servicio de un bribón o un caradura. Soy un aprendiz, un discípulo, un sediento de la sabiduría y el buen hacer de un enorme hombre, inabarcable, inconmensurable en su enormidad, un gigante sobre cuyos hombros me alzo para comprender el mundo. Porque, a pesar de todo, el mundo tiene sentido y es aprehensible visto desde la cabeza de don Tadeo.
Sí, a pesar de todo. Y es que parece incomprensible que hombres de la talla de don Tadeo Espinel y Galván, iluminadores de tinieblas, dadores de sentido, desentrañadores de entrañas y recopiladores de tradiciones semidifuntas, vivan como vive él: prácticamente en la miseria; sin ningún tipo de ayuda económica, ni prestación, ni beca, ni donación, ni subsidio, ni caridad, ni limosna, ni casualidad de moneda que se encuentra uno en el fondillo de la chaqueta cuyo bolsillo está agujereado de tanto rascar. Nada. Don Tadeo vive del aire y de su sabiduría. Bien cierto es que no sólo de pan vive el hombre, pero hay casos, como el de don Tadeo, en los que no vendría mal de vez en cuando catarlo, aunque fuera corrusco de varios días.
Y si esta es la situación del maestro, imagine el lector, la lectora, cómo me las estaré viendo yo de apurado, que ni migajas tengo para ponerme en la pechera ni jarra de vino donde meter la pajita. Es verdad, tengo hambre. Mucha. Sueño con comida. Y aunque intento dormir bastante porque dicen que alimenta, sueño también despierto, igualmente con comida. Me sucede, otrosí, que tengo los sentidos agudizados y huelo el cocido desde sus centenas de metros, es un don que antes no tenía, pero el hambre aviva el ingenio, eso dicen y yo lo corroboro. De hecho aquí me encuentro, escribiendo estas líneas con tinta que imagino de calamar en su salsa, prologando estos Papeles de don Tadeo , papeles que no son otra cosa que papelillos sueltos que he cogido prestados a don Tadeo mientras se ocupa de sus asuntos filosóficos y elevados.
¿Qué pretenden ser estos Papeles ? No serán un sesudo estudio como el que hicieron al afamado pintor Torres Campalans, ni tampoco un libro homenaje como el que tuvo la suerte de padecer el desconocido escritor Eduardo Torres. Menos alta es nuestra torre. Acaso menos elevada nuestra pretensión. Tampoco yo soy un Max Aub ni un Augusto Monterroso, he de reconocerlo con bastante humildad y mayor envidia.
La respuesta a la pregunta que inicia el anterior párrafo deberá ser, pues, sencilla. Estos Papeles no son más que un libro misceláneo, juntura de textos varios escritos en estos últimos años por don Tadeo y por un par de sus amigos. Textos de muy diversa índole y procedencia que si tienen algo en común es que son diversos, dispersos y he podido despistarlos fácilmente del escritorio de mi maestro.
Los textos que conforman estos Papeles están ordenados –si es que a esto puede llamarse orden- de la siguiente manera. Al inicio del libro y detrás de este prólogo he puesto una nota biográfica que, por razones evidentes, creo que debe ser cabeza para que los ignorantes de don Tadeo comprendan, desde el principio, con quien se las van a ver y se hagan una idea de su inmensa talla humana y verborreica. En segundo lugar he agrupado algunas crónicas que intentaron ser publicadas en periódicos locales o prensa de barrio, en su mayoría inencontrables en hemerotecas o tiendas de todoacién; todas se ciñen a temas y pueblos de la provincia de Guadalajara. Otro tercer grupo de textos son estudios, ensayos y reflexiones filosóficas que casi siempre parten del terruño local y alcarreño para trascender hasta la esencia del Ser Humano y la Humanidad Toda; alguno de estos ensayos están inacabados ya que, como quien dice, se los quité de las manos al mismo don Tadeo. Un cuarto y último epígrafe comprende los artículos sobre don Tadeo: incluyo aquí varios artículos sobre sus averiguaciones y un par de cuentos escritos por doña Silvia, compañera de paseo de don Tadeo, que graciosamente los ha cedido.
El avezado lector, la lectora avisada, ya estarán intuyendo cierto localismo, cierto ruralismo, cierto pueblerismo incluso, desde este preámbulo inical en el que no hemos dejado de citar a la provincia de Guadalajara, la Alcarria, algunos pueblos… Es inevitable, don Tadeo se sirve del terruño igual que otros grandes lo hicieron (vg. Celama, Macondo…) pretendiendo trascender y llegar más allá, universalizando lo local, encontrando en un puñado de hombres y mujeres, piedras y árboles, la mismísima esencia del ser humano. Digo Ser Humano. A más a más, qué mejor lugar que esta tierra literalizada desde casi hace mil años: el Cid cabalgó sus páginas, el Arcipreste encontró aquí sus serranas, el Marqués de Santillana guardó aquí su biblioteca… así hasta nuestros días, en los que Cela anduvo sus caminos y Buero Vallejo escribió sobre su hueco de escalera.
Dicho esto, aún queda algo por preguntar y contestar: qué objetivo pretendo con este deslavazado libro. Seré claro, sincero, franco, directo. El objetivo de este libro es que don Tadeo y yo podamos comer, al menos por unos días. Tenemos hambre. Supongo que dada la fama de don Tadeo, Leonardo de la Alcarria, la aparición de este librito misceláneo cuyo objeto de análisis y estudio es nuestra provincia y el resto del Mundo supondrá una pequeña revolución en los cenáculos culturales, políticos y deportivos de Guadalajara y espero que, tras la fama, llegue el aluvión de interesados en su adquisición, compra, pago… y tal vez en esta ocasión algo nos toque a nosotros, algo de dinero digo, con el que comprar un buen par de perdices o pollos para asar, o un lechoncito, o tal vez medio cordero, o una cabeza de buey, o un toro entero, todo ello bien guarnecido de patatas y verduraje y regado por vinos de crianza de esos que han tenido tiempo de madurar en estos años en los que nosotros hemos hecho ayuno.
En fin, no debo continuar la labor de prologuista que me viene harto grande, pero sí aprovecho estas líneas para suplicar al entendimiento de quien esto hojee que en sus manos están, ahora mismo, no sólo la sabiduría, la reflexión, el arte, la poesía y la aprehensión de la guadalajareña realidad, sino también un buen par de platos de lentejas (con morcilla, chorizo, cuero, patata y unos dientes de ajo) para don Tadeo y para mí.
Vale
Pedro Cabdal, discípulo
En Guadalajara a 13 de febrero de 2004
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